La literatura acerca de las competencias a desarrollar por parte de madres y padres a lo largo de la crianza es muy extensa y diversa.  Si googleamos acerca del tema podemos navegar en un océano de artículos, infografías, manuales y material didáctico. 

Me parece  excesivo y exhaustivo lo que se les exige a madres y padres, esa carrera hacia la mapaternidad perfecta que no existe y, lo que es peor, la mercantilización del deseo de ser un buen padre o buena madre. La mayoría de textos se dirigen a las madres apelando al estrecho vínculo del bebé con ella desde la etapa pre-natal, como si ser buena madre fuese más importante y crucial que ser buen padre.

A las que no se crean la parafernalia de la madre perfecta y quiera gritar a los cuatro vientos que está harta y por momentos quiere estar sola y que la maternidad no ha sido su mayor logro ni placer en la vida (aunque no por ello deje de disfrutarla), les recomiendo el Club de Malasmadres (@malasmadres)

Pero bueno, (independientemente de tu derecho a gritar y quejarte), navegando y navegando en el universo de recomendaciones, encontré un esquema de competencias que, a nivel conceptual, me parece bastante completo y claro. 

Me estoy apoyando en él para trabajar con madres y padres, ha tenido buena recepción, y os lo quiero compartir. Sobre todo es una referencia para comprender que es casi imposible abarcar todo lo que se nos exige, es decir que si eres buena madre o padre en un aspecto probablemente haya otros a mejorar y es normal. El esquema nos puede ayudar a visibilizar cuáles son aquellos aspectos más problemáticos o que estamos obviando para cambiar aquello que querramos cambiar. No es para nada una escala de competencias estándar que se deben alcanzar al 100% ¡qué agotador! 

    Los autores del esquema (Gómez y Contreras,2019) describen con detalle y ejemplos los cuatro tipos de competencias que presentan y proponen evaluar.

    Las competencias vinculares como aquellas que favorecen la conexión psicológica y emocional con el niño o niña, promueven un apego seguro y un desarrollo socioemocional adecuado. Tiene 5 componentes que van desde (1) la observación y conocimiento sensible, prestar atención a las señales del niño o niña, reconocerlas; (2)la interpretación o mentalización, es decir atribuir estados mentales a eso que observamos, (3) acompañar, calmar y modular el estrés y sufrimiento psicológico favorenciendo el paso a otro estado, (4) calidez emocional, señales de afecto y buenos tratos, (5) e involucramiento cotidiano, estar atento y conectado con la experiencia del niño.

    Las competencias formativas son las que organizan el entorno de aprendizaje, físico y psicológico. También tiene 5 componentes: (1) la organización de la experiencia que se refiere a estructurar el entorno adecuadamente a la edad y características del niño o niña favoreciendo la exploración (pueden encontrar grandes ideas con el enfoque Montessori), (2) promoverla autonomía progresivamente, (3) mediar en ese aprendizaje a través del modelamiento, el diálogo y la reflexión; (4)la disciplina positiva para regular y conducir el comportamiento usando la anticipación, negociación, explicación como técnicas y (5) la socialización que implica transmitir las reglas y normas socialmente aceptadas.

    Otro tipo de competencias son las protectoras, que son aquellas que se refieren a eliminar fuentes de estrés, cuidar y proteger ofreciendo (1) garantías de seguridad tanto físicas, como emocionales y psicosexuales, (2) construcción de contextos de buenos tratos, (3) provisión de cuidades de higiene, alimentación, vestuario y otros, (4) organización de la cotidianidad mediante rutinas, normas y control del entorno, y (5) la conexión de redes de apoyo que supone la construcción de una red familiar y social, participar en ella y apoyarse de ella.

    Por último tenemos las competencias reflexivas que implica pensar acerca de cómo estamos ejerciendo nuestras compentencias mapaternales. El primer componente sería (1) la construcción de un proyecto familiar conjunto, incluyenco identidad y expectativas, (2)anticipación de escenarios relevantes y preparar alternativas de acción, (3) monitorear influencias y meta-parentalidad, es decir, identificar y dar seguimiento a las influencias biopsicosociales sobre el niño o niña, así como observar la propia influencia; (4) historización de la maparentalidad, recordar y explorar la historia personal y familiar, transmitir historia, y (5)el auto-cuidado que nos permita disponer de las energías y recursos necesarios.

    El manual nos ofrece una escala que evalúa todas estas competencias al detalle y está dividida por etapas de edad de los hijos. Es un poco larga pero por lo mismo muy completa. 

 MATRIA: TALLER DE HABILIDADES PARENTALES

 *Tabla extraída de la página 26 del Manual de Escala de Parentalidad Positiva.

Referencia: Gómez, E. y Contretas, L. (2019) Manual Escala de parentalidad Positiva-E2P v.2. Fundación América por la infancia.



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